30 de agosto de 2010

Velocidad

El capitalismo, cambia, se excede, se transgrede y se reinventa a sí mismo. El capitalismo siempre ha tenido a la velocidad y la cantidad como objetivo y condición de su existencia. Grandes cantidades de mercancías y grandes velocidades de producción y consumo dentro de un circuito infernal: hay que producir para consumir y hay que consumir para producir. La rueda loca del sinsentido que, sin embargo, es la condición del sentido de sus súbditos.

El capitalismo actual es digitalizado y aún más acelerado que los anteriores. Sustituyó al antiguo capitalismo industrial, pesado, ruidoso y, relativamente, lento con byts ligeros, silenciosos y veloces hasta el paroxismo. Todo es mecantilizable e integrable a grandes velocidades: sujetos, objetos y mensajes. Franco Berardi "Bifo" llama a ésto "semiocapitalismo"; "capitalismo recombinante y rizomático" sin centro, pero total y universal, que ha abolido las distinciones entre tiempo y espacio. Capitalismo de la seducción y de la guerra; armado de retórica y de misiles, es decir, la combinación perfecta.

Las diversas formas de capitalismo obedecen, sin embargo, a un único imperativo: el beneficio económico mediante la acumulación, es decir, mediante el crecimiento sin límites. Pensar el decrecimiento es pensar en otra velocidad y en otra producción. La imaginación de las formas posibles de post-capitalismo, tarea necesaria y mayor, requiere de la articulación de realismo y utopismo para desligar el tiempo social y el tiempo individual del tiempo de la producción y el consumo. Desligar el tiempo humano del tiempo de la máquina digitalizada, ubicua y voraz.

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