8 de noviembre de 2009

Tecnologías de la parsimonia

El ministro de Fomento, José Blanco, anuncia que el tren de alta velocidad (AVE) llegará al aeropuerto de Barajas. Es decir, la oferta es velocidad más velocidad; inmediatez más inmediatez. Capitales, esfuerzo humano y tecnologías puestas al servicio del aceleramiento. Una sociedad montada sobre la urgencia y la inminencia. Los tiempos sociales hace tiempo que rompieron los de la naturaleza pero la presión por la velocidad se intensifica cada día más. No hay límites a la compulsión al movimiento acelerado. Todo debe ir más de prisa. ¿Para qué? ¿Qué es lo que nos espera al final del viaje? ¿Cuál es el premio a la premura?.

Aparentemente estas ofertas complacientes que hacen políticos y tecnócratas responden a las demandas sociales de más y más velocidad. Pero, Paul Virilo hace ya tiempo que señaló que tecnología y velocidad han sido unidas en una misma amalgama cultural y económica y que la velocidad es la más importante de las seducciones que realiza la tecnología. Juntas constituyen, bajo la amenaza de que parar significa morir, un factor de control social. "Controlar la tecnología, la velocidad del cambio, es controlar la sociedad, el espacio y la información".

Pero: ¿es todo esto ineluctable? ¿estamos condenados al vértigo de la velocidad? ¿o, por el contrario, es posible pensar y poner en funcionamiento otras tecnologías al servicio de los tiempos de la naturaleza? ¿al servicio de los tiempos comunitarios? ¿al servicio de los tiempos de la solidaridad?¿al servicio de los tiempos de los cuerpos y los sentimientos? ¿son posibles tecnologías de la lentitud, de la calma, incluso de la pachorra? ¿son posibles tecnologías de la parsimonia? La reflexión y la práctica decrecentista debe transitar por estos caminos ofreciendo propuestas para reconstruir el vínculo social sobre la base de otros tiempos distintos a los de la urgencia y la producción.

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