27 de septiembre de 2009

Acerca del decrecimiento

Término incómodo, el decrecimiento, sin embargo, apunta directamente al corazón de las aberraciones productivistas y consumistas. Tiene el potencial para ordenar las prácticas sociales y políticas dispersas del “viejo” mundo ecologista y proponer nuevas prácticas extraídas de sus propios conceptos y principios, todavía en gestación.

Según Serge Latouche el decrecimiento es “simplemente el estandarte detrás del cual se reagrupan los que han optado por una crítica radical al desarrollo y quieren delinear los contornos de un proyecto alternativo para una política del postdesarrollo”

El punto de partida es simple y radical. No es posible el crecimiento económico infinito en una biósfera finita. Y la finitud y las heridas de nuestro pequeño mundo hace tiempo que se han hecho evidentes.

Y a buen entendedor pocas palabras y manos a la obra: a decrecer.

Sus sinónimos aparentes no lo son: ni crecimiento cero ni no crecimiento. El decrecimiento como acción colectiva, propositiva, no se reduce a la crítica intelectual o política al capitalismo depredador. Busca superar tanto la locura de la ideología productivista y consumista como del callejón sin salida de la economía sostenible, a través de la inventiva social. Ahora más que nunca es necesario convocar a la inteligencia, la imaginación y la pasión de los ciudadanos para inventar los mundo sociales posibles.

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